NOTAS PERIODISTICAS




















ARGENTINA FINALISTA DE LA COPA DAVIS


El primer smash de Agustín Calleri fue devuelto con dificultad. Entonces la pelota, esa pelota que surcaría por último vez el cielo del parque Roca, apareció en lo alto y su amarillo se iluminó en los ojos de 14.500 almas. Todos la observaron. Todos le pidieron y hasta le suplicaron un deseo (que ya no volviera, claro). Entonces David Nalbandian casi que pechó a su coprovinciano cordobés para que esa última pelota, esa pelota, fuera suya. Y Nalbandian no falló. El smash fue preciso, potente y no tuvo respuesta para que la gente, aquella gente, explotara junto a un equipo que clausuró así 25 años de espera. Es que Argentina volverá a jugar una final de Copa Davis como aquella de 1981 en el Coliseo Riverfront de la helada Cincinnati, en Estados Unidos. Pasó un cuarto de siglo. Para muchos, una vida. Para otros, un suspiro. Todos, los de la vida y los del suspiro, se unieron en el canto, en el grito, en la ovación. En el festejo. Que fue festejo también para los jugadores y el cuerpo técnico en la cancha después de ese 6-4, 6-4 y 7-5. Luego de ese smash de Nalbandian que nunca volvió y que marcó el 3 a 0 y la clasificación para la final de diciembre. Nada más. Nada menos.
La victoria de José Acasuso ante Leyton Hewitt simplificó mucho el panorama. Se había dicho en la previa que ese segundo punto sería el de la bisagra (descontando la esperada victoria de Nalbandian ante Philippoussis) porque un 1 a 1 agrandaría a los australianos pero un 2 a 0 les daría a los argentinos la tranquilidad de jugar sin presiones, con un margen importante de error que permitiría pegarle a la pelota sin miramientos y sin conciencia del riesgo. Entonces, con la victoria del misionero, Calleri y Nalbandian salieron a la cancha para lograr el pasaporte al partido decisivo con un margen inmejorable. Tuvieron la oportunidad y la atraparon. Por eso esa victoria ante Wayne Arthurs y Paul Hanley.
Fue el del dobles un partido lógico. Y derivó en una victoria que llegó por decantación. Es que de entrada nomás quedó en evidencia la superioridad de los argentinos pese a los momentos erráticos y de nervios de Calleri y los contados pasajes en los que Hanley mostró toda su jerarquía con puntos brillantes pero, sobre todo, salvando los horrores que por momentos cometió el zurdo Arthurs. En ese contexto surgió clara, firme, la figura de Nalbandian, el protagonista estelar del partido por capacidad, ascendencia, talento y un juego basado en una devolución enorme y en un sentido de la ubicación en la cancha siempre ideal.
Arrancaron equilibrados y manteniendo su saque hasta que en el quinto game Arthurs quedó muy rápido 0-40 con su servicio. En el tercer break point una bomba de Calleri con su drive hecho devolución —marca registrada de su tenis— abrió el panorama. Definitivamente. Ese quiebre fue el único del primer set (el riocuartense tuvo dos chances más de break y los argentinos no cedieron ninguna) y el que desembocó en el primer parcial.
El segundo fue más de lo mismo aunque ahora los argentinos se quedaron otra vez con el servicio de Arthurs mucho más rápido: quebraron en el primer game. De ahí en adelante fueron saque a saque con otros dos break points para Calleri y uno para Nalbandian que fueron desaprovechados. ¿Los australianos? Sólo algo —a veces mucho con sus devoluciones— de Hanley— y poco —a veces nada— de Arthurs.
El tercer set fue más palo y palo. Nalbandian siguió en un nivel altísimo y los australianos bancaban como podían. Entonces, en el momento justo, en el cambio de lado del 3-2 para los visitantes, la gente entró en acción. Primero moviéndose con la ola; después cantando con el "Olé, olé, olé, olé, olé , olé, olá... Ohhh, Argentina, es un sentimiento, no puedo parar".
Calleri sufrió sin su primer saque pero igualó 3-3. Nalbandian volvió a pedir aliento agitando sus brazos como aspas de un molino. Hubo un aviso cuando Hanley quedó 0-30 en ese séptimo game. Y la sospecha se hizo realidad en el 11º, otra vez con el australiano al saque: primer break point, segundo y en el tercero, una devolución pura potencia de Calleri forzó el error de Arthurs en la devolución. El 6-5 lo esperaba a Nalbandian con su servicio mientras el "Dale campeón" se escuchaba firme y claro. Entonces llegó ese match point. Y el primer smash de Calleri. Y el smash decisivo de Nalbandian. Para desatar la fiesta. Y la euforia. Y la esperanza.

David Nalbandian y Agustín Calleri ganan el partido de dobles David destapa un Champú Momento de festejos David Nalbandian y el Chucho Acasuso
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